Historia de un periódico mañanero

 


Historia de un periódico mañanero

El periódico tituló la noticia como «la tragedia de los amantes». Aunque quienes los conocimos un poco más sabíamos que apenas llegaban a ser amigos. A David le gustaba, por supuesto, pero nunca iba a decírselo. Ni a él ni a nadie. Le asustaba, irónicamente, casi como la muerte, que alguien se diera por enterado de que, incluso antes de mudarse a Girón, ya le gustaban los muchachos. Una vez me dijo que solo le preocupaba lo que dijera su papá, un argentino medio católico y homofóbico. Yo llegué a conocer al tipo solo hasta la tarde del domingo en que encontramos el cuerpo en el bosque; bueno, los dos cuerpos. El de David estaba cubierto con un montón de ramas secas; solo se le veía la mano derecha descubierta, esa misma que parecía intentar alcanzar la de él. Él, al que dejaron al descubierto, desnudo y empalado.

El argentino, su papá, dijo y juró que no tenía la menor idea de lo que había pasado, que David solo asistió —como cada jueves del último año— a la cancha para los piques de fútbol, y que la última vez que lo vio fue ahí mismo, un rato antes de la hora en que acostumbraba volver a la casa. En el periódico escribieron muchas cosas inciertas, como que era ya un hombre adulto —cuando apenas alcanzó los diecisiete—. Sobre todo, erraron con lo de que eran amantes y, como siempre pasa, trataron de cubrir el hecho de quién y por qué los habían matado. Eso, justo eso, que para todos era bastante claro.  

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